10 enero, 2013

El bacalao de mi bisabuela


Estas pasadas fiestas decembrinas me di a la tarea de conocer a fondo las recetas de la comida navideña que tanto me gusta y que tanto espero con ansia. Al mismo tiempo por azar le toco a mi familia llevar el bacalao a la cena del 24, así que me propuse obtener el mayor conocimiento de este platillo a través de mi abuela. Toda una experiencia.

En primer lugar me di cuenta que un buen guiso, de esos de antes, no consiste solamente en saber dos o tres trucos en la receta; todo comienza desde donde comprar los ingredientes, tener el tiempo necesario para seleccionarlos con calma y por supuesto, comprar los de mejor calidad.

Así fue que mi abuela y yo fuimos a comprar el bacalao a una conocida tienda de vinos y productos gourmet desde mediados de noviembre porque, en sus palabras, hay que seleccionar el mejor antes de que esté escogido. Me enseñó que debíamos buscar el que no estuviera tieso, que tuviera un color bien blanquito pero sobre todo que tuviera lonjas bien gorditas. Así lo aprendí.


Ese era el ingrediente clave, obviamente, pero no por eso compramos los demás de menor calidad. Al final, salimos de la tienda con tres kilos de pescado salado, un frasco grande de chiles güeros, otro de pimientos en conserva y una buena lata de aceitunas sin hueso, todo importado de España.

Ya en diciembre, y a no más de una semana antes de la fecha fuimos a comprar al mercado los jitomates, cebollas, ajo, hierbas y demás elementos frescos. Algo importante fueron las papas cambray puesto que ahora hay una gran cantidad de papas (por no decir verduleros) farsantes que venden papas pintadas con colorantes. En fin, todo estaba listo.
Uno de los errores más frecuentes al preparar el bacalao es que no desala correctamente y por eso a mucha gente no le gusta, al encontrarlo salado. Sin embargo esto es fácil de controlar con el lavado del pescado. Nosotros empezamos a remojar el bacalao en agua fría un día antes de cocinar, cambiando la misma cada dos rigurosas horas y dejándolo toda la noche sumergido.

El día de la cocinada empezó cuando pusimos a hervir el bacalao ya remojado en agua limpia durante 10 minutos. En cuanto salió lo desmenuzamos y lo reservamos.

Ya en la cacerola grande pusimos el aceite a calentar, agregamos la cebolla bien picada y el ajo. Cuando empezaron a tomar color agregamos los jitomates escalfados y picados, el perejil y el puré, y lo dejamos bastante hasta que se ponga chinito.  se agrega el bacalao. Ya al final se agregan las aceitunas, papas, chiles y se sazona.

Al final me di cuenta que en realidad la receta no es tan complicada, solo que hay que preparar varios ingredientes con distintos procesos como pelar las papas, desmenuzar el pescado, etcétera.


De todo aprendí que hay que ser paciente al cocinar, ponerle corazón y el resultado será sin duda delicioso.


08 enero, 2013

Las extraordinarias e impactantes fotos de Marcel van der Vlugt




Recientemente descubrí casi por casualidad a este fotógrafo, leyendo alguno de los blogs que leo de cajón; me decidí a echarle un vistazo a su trabajo y créanme que fue una sorpresa lo que me encontré.

Marcel van der Vlugt nació en Ámsterdam en los ochentas, según su página web. De lo que pude ver en su obra se ha dedicado principalmente a la fotografía de moda con algunas colaboraciones para campañas y marcas específicas. Ha trabajado en muchos países y ha presentado su trabajo en una infinidad de galerías. Pero dentro de este mundo de imágenes lo que realmente quiero mostrarles es un par de series fotográficas que realmente me impactaron, pero también me atraparon.  Se trata de fotografías que, para mi gusto, combinan de manera genial la estética de mujeres bellas con la naturaleza casi animal y grotesca, por no decir simple y humana, de algunos alimentos. Además no sé que hace con las miradas de las modelos que logra un contraste buenísimo entre la rudeza del “maquillaje” con la claridad en los ojos. Fascinante. Sin duda sus imágenes son algo que cualquier amante de la fotografía y la cocina debe ver. Les dejo algunas de mis favoritas.






07 enero, 2013

el 2012 y el recuento de los daños


2012. Fue un año excepcional. Esto no quiere decir que fue bueno o malo, simplemente fue fuera de serie.  Tuvo sus lados increíbles y fatales; divertidos y tristes; fantásticos y bastante aburridos, fue muchas cosas el 2012. Este año, que recibí en Oaxaca, viajé mucho. Fui a Nueva York con lo que cumplí uno de mis mayores sueños. Estuve frente a las señoritas de Avignon, frente a la  noche estrellada y se me salieron las lágrimas de emoción. Caminé, comí, reí, me recosté y soñé en central park. Vi una obra de Broadway que me hizo sentir una alegría añorada. Me sentí niño de nuevo fascinado por los dinosaurios en el Museo de Historia Natural y comí comida hindú callejera hasta que me harté. Caminé el puente de Brooklyn de punta a punta probé el sándwich de roastbeef más rico y alto de mi vida. Saludé a la srta libertad en persona. Recorrí Chinatown, Little Italy, upper west side y todo Manhattan a pie.
Este año también cumplí otro de mis sueños: entré a clases de cocina. Fue y es fantástico, porque aún no termino. Amasé panes, horneé filetes, decoré pescados y me enchilé con los moles. Me corté dos dedos bastante feo pero cicatricé rápido. Lavé y lavé trapos de cocina. Me levanté temprano aunque estuviera desvelado y me quité la barba (aunque no me gustara) cada sábado. Me volvió a crecer en la playa y me la volví a rasurar. Fui y vine de guerrero una y mil veces. Comí pozole verde hasta que literalmente me dio diarrea. Hice muy buenos amigos en ese lugar, además de compañeros de trabajo. Me aventé a hacer un buen negocio vendiendo panes de muerto y me sorprendí con la gran venta que logramos Diana y yo. Amasé, corté, pesé, horneé tantos y tantos de panes hasta tener su olor impregnado en la piel y lo disfruté mucho. Por supuesto que me comí muchos panes de muertos, por eso este año también subí varios kilos. Visité a mi hermano en su graduación. Lo abracé, me sentí orgulloso, jugué con su perro hiperactivo y acampé en su depa. Hice compras relámpago en San Diego y conocí la casa de mi Padre en Tijuana. Alcancé a conocer de pasadita a la hija dormida de Erick. Este año también convencí a mi novia de que adoptara un gatito. Fui feliz con él y luego casi me muero de la alergia. Corrí por primera vez una carrera de 10 kilómetros y quedé en el lugar 62 de 2000, aunque hubiera entrenado como loco solo un mes antes; me siento bastante contento de ello y por eso colgué mi medalla en la pared, ja!
Fui a varios de los mejores conciertos de mi vida. Vi The Wall, cosa que creí que nunca sucedería y fue fantástico. Vi por segunda vez al sr. McCartney y lo disfruté igual que la primera vez, aunque no estuve en la fila por horas. Me quité el miedo a los karaokes. Conocí lugares increíbles de mi país: Actopan, Puerto Escondido, La Conchita (a detalle), San Miguelito, entre varios más. Pasé muchas muchas horas en un camión leyendo, durmiendo, leyendo, viendo películas, leyendo de nuevo. Leí más libros en un año de lo que jamás había logrado; leí unos buenos, unos malos, unos tristes, unos increíbles, pero leí muchos. Me peleé con un banco durante seis meses; casi desisto y fue espantoso, pero al final me di cuenta que era algo que me quitaba energía y lo dejé ir. Voté por el peje de nuevo, y de nuevo me arrepentí. Revelé todos mis rollos de 35 mm atrasados y me di cuenta que no soy tan buen fotógrafo, pero que me sigue gustando mucho hacer foto. Pasé mucho más tiempo con mis amigos de la prepa de lo que había pasado en mucho tiempo; me di cuenta que uno es bien sentido y el otro bien fresa, y aun así siguen siendo de mis mejores amigos. Fui tío dos veces más.
Este año cambié de iphone, lo perdí y me compré otro; gasté mucho dinero en eso, pero no importa porque para eso es. También tomé mucho vino, de muchos tipos y de muchos precios y me di cuenta que me gustan más los más baratos. Conocí a mucha gente genial: arqueólogos, restauradores, arquitectos… más restauradores. Por fin pude ir a ver al Cirque du Soleil y la verdad no me gustó tanto, pero me divertí. Fui a festejar el grito a Puebla y ni siquiera salimos de la casa por estar en la fiesta. Dos veces intenté ganarme una beca para estudiar en el extranjero y no gané ninguna, pero aprendí a hacer el trámite para otros intentos. También aprendí que no por no ganar me voy a poner triste. Así es la vida.
Pasé horas infinitas con mi novia que tanto quiero. Nos divertimos juntos, nos peleamos, nos reconciliamos. Vimos cientos de películas en las que en la mitad ella se durmió. Cocinamos juntos, viajamos juntos, lloramos juntos, dormimos juntos, caminamos juntos, soñamos juntos y fue maravilloso, juntos. Estoy agradecido por eso. Mejoré mi relación con la familia política y entendí que la familia de sangre no siempre es a la fuerza. Extrañe muchísimo a Diego, pero estoy aprendiendo a dejarlo ir.
Se acabó el mundo, volvió a empezar y sobreviví.
Este año aprendí mucho, muchísimo. Tomé muchas cervezas, comí como loco, probé muchas cosas nuevas, tomé cientos de cafés y descubrí el expreso. Empecé mi blog de cocina y me tiene encantado. Acabé mi sillón. Recorrí lugares nuevos en el centro de la ciudad. Me enamoré de la Merced. Empecé a aprender francés por mi cuenta, por internet; aunque también supe que me falta disciplina para ser autodidacta. Dormí, tuve insomnio, ronque, soñé y dejé de soñar para correr al trabajo. Descubrí que soy alérgico al fresno. Conocí la acupuntura y hasta ahora, me gusta. Planté muchas semillas aunque sigo esperando para cosechar los frutos. Mejoré mis hábitos de ahorrar y ser bien administrado lo que me ha ayudado mucho a cumplir mis sueños, aunque aún soy muy desidioso; pero estoy mejorando en eso.
Decidí vivir solo y se lo dije a mi madre y me costó mucho trabajo y lo logré.
Me siento más honesto conmigo mismo de lo que he sido en toda mi vida. Dejé de mentir, de engañarme por engañar a los demás. Aprendí que de nada sirve aparentar, si no ser feliz conmigo mismo. Me compré un Wii. Platiqué mucho más con mi abuela y me enseño la receta del bacalao de mi bisabuela; y nos quedó delicioso. Sonreí más, platiqué menos pero ya no me deprimí como cada año. Me volví más independiente, cosa que no había logrado en mucho tiempo
Ha sido un año largo, diferente, difícil a ratos pero increíble. En pocas palabras me gustó aunque faltan muchas cosas por hacer, sueños que alcanzar, trabajo por realizar, obstáculos que sortear, nuevas recetas que aprender y viejas que practicar. Tantas y tantas cosas nuevas que comer, lugares que visitar, abrazos que dar.
Ahora me queda claro que el 2012 fue un gran año, y que me enseñó una cosa muy importante: que el 2013 tiene que ser mejor y, aunque va a estar difícil, sé que así será.