31 octubre, 2014

Holbox con bajo presupuesto, tercera y (ahora sí) última parte

En la primera y segunda parte de esta mini guía ya platiqué sobre como llegar, dónde hospedarse y qué hacer en esta paradisíaca isla mexicana sin gastarse todo el aguinaldo. Desde como recorrer la isla, cómo ubicarse y dónde encontrar las mejores y más fantásticas playas, alejadas de todo. Pero me faltaba escribir sobre algo indispensable si visitas este lugar: la comida. 

Desayuno fresco

La comida
La experiencia me ha enseñado que no importa a dónde viaje, ni que tan fresa o rascuacho sea un lugar, si uno busca bien siempre encontrará lugares fabulosos en dónde comer delicioso y por poco dinero -y sin riesgo de contraer salmonella, para el caso-. Finalmente siempre hay gente que trabaja ahí y que necesita comer, ¿no? Pues en Holbox me dí a la tarea de buscar estos lugares y créanme que encontré unos increíbles. 
Primero que nada, creo que ni hay que decirlo, en la isla van a encontrar una amplia variedad de buena comida. Por obvias razones la mayoría tienen como especialidad productos del mar, aunque también se pueden encontrar de comida italiana, mexicana y demás. Pa' que se den una idea, digamos que en un bonito lugar italiano pueden encontrar por unos $210 pesos una pasta con mariscos o un pescado al mojo de ajo, o un guacamole con totopos alrededor de los $60 baros en cualquier lugar. Eso sí, la indispensable chela la encontramos más o menos entre $35 y $45 pesitos en todos lados, precio estándar para el bar chilango promedio. Sin embargo, y sobre todo si se cuenta con un presupuesto ajustado, desayunar, comer y cenar todos los días en estos lugares puede acabar con las arcas en pocos días. Así que les doy una recomendación que tomé de una buena amiga, busquen un hotel que cuente con cocina, ya sea común o privada, así pueden llevar comida por su cuenta, hacerse de desayunar y cenar en su habitación y solamente comer fuera. Así lo hicimos nosotros y ahorramos muchísimo. 
Ahora sí, los lugares ocultos (o no tanto) para comer delicioso por poco dinero en la isla.
Empecemos por el desayuno. Imagínense despertar a las 9 de la mañana, con las sábanas pegadas al cuerpo y un tremendo dolor de cabeza que les recuerda cada segundo la pachanga de anoche. Lo primero que pensarán es que quieren unos chilaquiles de Sanborns para hacer tierra. Pues resulta que en Holbox pueden encontrar unos todavía mejores en el changarro de "El Chino", a media cuadra del centro, en ese lugar que los locales llaman "el mercado", aunque yo le llamaría más bien "unos-cuantos-puestos-coloridos-de-fritangas-en-un-patio", pero bueno. El lugar del Chino, es un pequeñísimo rincón al aire libre con una sola mesa, un letrero hecho a mano -eso sí, con perfecta caligrafía- en dónde indica el menú. El hombre es un auténtico chino de unos 60 años, medio chimuelo, que por $40 pesitos prepara los mejores chilaquiles que he comido en los últimos años, con huevo estrellado y toda la cosa. Pocas veces he visto a alguien poner tanto empeño y concentración a la cocina, y el resultado es perfecto. Eso sí, no pidan café porque los mandará con el puesto de al lado. Además hay que tener suerte porque, dicen los vecinos del mercado, el Chino abre solamente si tiene ganas, y si hay lluvia, olvídenlo. 
Otro buen lugar más bien para echarse un tentempié de medio día, quizá después de haber pedaleado un rato, es el recién abierto El Changarrito. Este es un lugar que, como su nombre indica, es uno de esos changarritos tipo torteria chilanga, pequeño y con unas mesas que me da la impresión que pide prestadas al restaurante de enfrente.  Lo pueden encontrar al final de la calle principal, casi sobre la playa, frente al muelle. No hay pierde. Podrán elegir entre deliciosas empanadas recién hechas, de camarón, pescado o raya, sí, raya, por módicos $15 pesitos. Además tiene pescado frito, pescado asado, pescado empanizado, en fín, pescado. Aveces tiene otras cosas como cochina pibil y demás delicias. Todo excelente y a buen precio atendido por un tipo súper amable. El único problema es que no vende chelas, pero no hay problema en llevar las propias. Nada más no olviden que cierra los martes.  

No hay que dejar que la pesca del día escape

Ya para la tarde, después de todo un día de puras botanas en la arena, no les va a caer nada mal algo más sustancioso. Qué tal una de las famosas pizzas de langosta de la Pizzería Edelyn, justo enfrentito de la plaza central. Sencillo: buena masa crujiente y delgada, grandes trozos de cola de langosta y mucho, muchísimo queso. Increíble, $350 baros pero no la van a olvidar. También pueden darse una vuelta por el Viva Zapata Bar, que después de las 5:30 de la tarde, abre su parrilla y ofrece su especialidad: mariscos a las brasas.  Aquí si hay chelas y todo tipo de bebidas. Ok, sí, estos dos no se apegan a la idea de bajo presupuesto, pero créanme que vale la pena, sobre todo la pizza. 

Tratando de atrapar la cena

Para más en la noche, una vez bañados y refrescaditos -y untados de una doble capa de repelente de mosquitos- quizá tengan ganas de echarse algo pa' cenar. Hay un lugar junto a las Villas El Encanto, a escasos 20 metros de la plaza central, que es algo así como el patio de la casa del señor que atiende y que abre solo después de las 6 de la tarde. No se dejen llevar por la gran planta que está afuera del lugar que parece una enorme mata de mota, y más bien pidanse unos salbutes y panuchos de pollo, bien servidos y deliciosos por $15 pesitos, como para comerse unos 5 o 6. 
Si son de los que no pueden vivir sin un buen café, temo decirles que hay unos pocos lugares en dónde lo van a poder encontrar. El mejor y más agradable es el que también está junto a las Villas El Encanto. Un minúsculo lugar, con apenas espacio para la maquina, pero que ofrece excelente café. ¿Lo malo? Se supone que abre de las 8 de la mañana a las 2 de la tarde, y luego de las 4 a las 8 de la noche. En realidad, y si tienen suerte, lo encontrarán abierto por ahí de las 10 de la mañana y quien sabe a que horas de la tarde; eso sí, en la noche seguro. 
Ya para terminar el día y disfrutar del fresco de la noche, no hay nada más exsquisito que ir por una perfecta marquesita. Hay dos carritos, ambos en la plaza central, que aparecen sin hora establecida después de que se va el sol. El mero bueno es el que está frente al Palacio Municipal, y aunque un poco caras ($30 las clásicas de puro queso holandés), son el manjar yucateco más grande para este viajero.
Aquí las mejores recomendaciones para comer bueno y barato en Holbox. Seguro hay más lugares pero estos son los que me encontré en 8 días de reconocimiento del terrereno, aunque sin duda voy a tener que regresar a ampliar la búsqueda. Ahora ya saben que no hay pretextos para viajar y conocer esta increíble isla paradisíaca. Siempre hay una forma de viajar con poco dinero. Y bueno, si todavía quieren ahorrar más, pueden hacer lo que mucha gente: conseguir una caña de pescar y tratar de atrapar la cena ustedes mismos. 





Espero que esta mini guía les sea de utilidad. Si tienen preguntas o quieren añadir algo, no duden en preguntar en mi facebook, en twitter @davit00 o comentar en este blog. ¡Esperen más mini guías de El Glouton pronto!





27 octubre, 2014

Holbox con bajo presupuesto, segunda parte



Ésta es la segunda parte de la mini guía de El Glouton para ir a Holbox y disfrutar de una fantástica semana en una isla paradisiaca, con un presupuesto corto, o mejor dicho, sin gastar la mitad de tus ahorros para la vejez. En la primera parte ya describí la que me parece la mejor forma de llegar, paso a paso, desde la Ciudad de México, y algunas de las opciones que se pueden encontrar para hospedarse, sin duda información importante. Sin embargo, en esta segunda y última parte les contaré sobre lo esencial, lo mero bueno: la comida y el entretenimiento en la isla. 
Ahora sí, después de las varias horas de camino, se encontrarán en una isla habitada por poco más de un millar de personas, de 40 km de largo por 2 de ancho, 32 km de arena blanca y con un mar que parece alberca inflable, es lógico que lo primero que van a querer hacer es correr como niños hacia la playa. Así que vez instalados en un hostal, villa, habitación o dormitorio, es momento de dejar la mochila junto a la cama, ponerse el traje de baño, aplicarse una generosa cantidad de protector solar y salir a conocer la isla. 
Lo primero que se preguntarán es ¿y ahora a dónde voy? No importa si su hotel está ubicado cerca del centro o en una zona más alejada, lo más recomendable es darte una vuelta al muelle, ubicado justo al centro de la playa habitada. Para llegar solo hay que seguir la calle principal del pueblo hacia el lado opuesto de dónde desembarcaron del Ferry, no hay pierde, al final del camino verán un llamativo altar a San Telmo, protector de los pescadores. Además de ser un lugar excelente para refrescarse con la brisa de la tarde y para huir de los mosquitos que salen puntualmente al meterse el sol, el muelle es un excelente punto de referencia para ubicarse en la isla. 

Altar a San Telmo, cerca del muelle central.

Para ubicarse
Primero, si son uno de esos necios como yo que creen que teniendo un mapa estarán más seguros y podrán llegar a dónde quieran, pueden conseguir uno en la caseta de información del muelle sur, junto al desembarco del Ferry, pero créanme que no les hará falta. En realidad es bastante sencillo ubicarse (y lo digo yo que me pierdo dentro del mercado de Coyocán). Lo más importante: la plaza central, dónde podrán encontrar un cajero automático de Bancomer funcionando 24 horas, hoteles, fondas y restaurantes, una farmacia (a media cuadra), algunas tiendas y después de que el sol se pone, y si el señor tiene ganas de salir, el carrito de las Marquesitas, indispensable. Además está el muelle norte, alrededor de dónde también encontrarán algunos hoteles, restaurantes y sobre todo las palapas dónde se pueden contratar tours con las cooperativas de pescadores. En general todo es realmente cerca dentro del pueblo, incluso los hoteles mas alejados, a los que se puede llegar caminando. Finalmente, quizá podría ser útil recordar al nombre de las calles, quizá alguna que otra dirección, pero la verdad es que todo es tan cerca que ni hace falta y en muchas ocasiones, ni nombre tienen las calles. Es más fácil preguntar a cualquier persona por el hotel o el lugar que uno busca y listo. 

El muelle central, perfecto para ver el atardecer (y librarse de los mosquitos).

Las playas
Para recorrer las playas habitadas no es necesario pagar $50 pesos a un taxi por un recorrido de 5 o 6 minutos, todas se encuentran a una distancia perfecta para caminar. Tomando el muelle como punto de referencia, hacia ambos lados encontrarán alrededor de 1 kilómetro de playa, y una serie de hoteles y "Guesthouses" bastante agradables, con camastros de madera, camas colgantes, palapas y uno que otro changarro de chelas, que les rentarán (la mayoría) un espacio de sombra a cambio de consumir ahí mismo. Nada mal si lo que uno busca es tener un mesero que se aparecerá cada hora, bebidas alcoholizantes a la mano y ver pasar a la gente para un lado y para el otro. Una buena recomendación es que no porque no vean a nadie alrededor de una palapa vayan a pensar que está abandonada o no es de nadie, podría pertenecer a un hotel. Así nos sucedió a nosotros cuando encontramos unas pocas palapitas que pensamos que estaban abandonadas, pues se veían descuidadas y sin gente cerca. "Genial, una palapa gratis", dijimos. La sorpresa fue cuando de quien sabe dónde, debajo de una piedra yo creo, apareció un lugareño diciendo que era su playa y que estaban disponibles para renta por $50 pesos por piocha, sillas incluidas. Todavía nos pidió disculpas por tener que cobrarnos, pero "ya todo está muy caro. Estas sombritas, por ejemplo, cuesta 16,000 pesos cada una, además soy el único mexicano que es dueño en estos días". Yo no tengo ni idea de cuanto cueste hacer una palapa de un metro cuadrado ni si es el último mexicano dueño de un pedazo de arena, pero al menos, 50 pesos por todo un día de sombra y comodidad en la playa, valían la pena.

Un caminante, a lo lejos, sobre el banco de arena. 

Ahora, todo muy bien hasta aquí, pero si lo que quieren (y les recomiendo ampliamente) es buscar areas menos... digamos, turísticas, Punta Cocos, en el extremo izquierdo de la isla, y Punta Mosquito en el derecho, fuera del área poblada, será lo que buscan. Fácilmente accesibles en bicicleta, estos lugares son la definición de playa virgen que aparece en Google. Están alejados de casi todo rastro de civilización pero sin que sientan que están a la mitad de la nada, sin salir de la seguridad de la cobertura del celular, así que podrán subir sus fotos luciendo el bronceado al Instagram. Basta con pedalear unos veinte minutos en el camino casi al borde de la playa y estarán ahí. Hacia Punta Mosquito, pasando el Hotel Las Nubes se toparán con lo que parecería la desembocadura de un río (aunque en realidad es agua salada entrando hacia la isla), un fantástico lugar para descansar bajo la sombra de un árbol, ver aves pasar (y quizá uno que otro cocodrilito) y estar lejos del ruido y de todo mundo.

Isla en la boca del río. 

Otra opción es pedalear una media hora hacia el lado contrario del muelle hasta llegar a Punta Cocos. De este lado los caminos no van tanto por la playa sino más por dentro del terreno, así que no son tan chulos, pero si tienen paciencia llegarán a la mera punta en donde encontrarán lo que los locales llaman "La Laguna". Se trata de un recoveco en el perímetro de la isla en forma de semicírculo, en donde en ocasiones los delfines entran después del atardecer. Chulada. Estos dos fueron mis lugares favoritos de toda la isla. Sin turistas, sin meseros, sin ruido. Solamente nosotros, un buen libro y eso si, un six de cheves.

Diana y yo, junto al río y las bicis rentadas.

Para entretenerse
Quizá estar todo el día tirado al sol como reptil, tomando cerveza y disfrutando de la vida, es algo que todos buscamos en la playa. Pero después de tres o cuatro días seguidos es casi seguro que tendrán ganas de buscar alguno para distraer la ardilla o una que otra actividad física. Primero, si son de esos que les gusta aventarse y brincar sobre la olas, o andar de frescos con sus tablitas de surf, olvidenlo. A lo largo de toda la playa hay un enorme e impactante banco de arena que permite caminar hasta 500 metros mar adentro sin que el agua suba más allá de las rodillas, y con olas que te harán sentir en la tina del baño. Podrán pensar que esto es sumamente aburrido, pero tiene sus ventajas. Si llegan a Punta Mosquito verán que no hay forma de pasar al otro lado del río dado su tamaño. Sin embargo si caminan sobre el banco de arena podrán pasar de largo la boca del río y seguir mucho más adelante hasta encontrar más kilómetros de playas desiertas, pero con un plus: flamingos a tiro de piedra. Y todo esto, sin pagar un solo peso. Además el agua poco profunda permite hacer deportes como el KiteSurf, el Paddleboarding o el Kayak. Todos pueden rentarse en algunos hoteles, es cosa de preguntar por ellos.

El banco de arena, hogar de muchas aves.

Diana disfrutando de las olas de Holbox

Como ya dije, también se pueden rentar bicicletas en varios lugares por alrededor de $150 el día. ¡Nosotros encontramos que en nuestro hotel las rentaban en $60 por ser huéspedes! Así se pueden visitar todos los rincones de la isla con poco dinero. Digo, si tienen ganas, también pueden rentar un carrito de Golf por alrededor de $500 el día. Y bueno, siempre está la opción de echarse unas rolas a grito pelado con algún lugareño despechado en el Karaoke del Viva Zapata bar.

Una pareja de desconocidos recorriendo la playa en Kayak

Y pues para terminar este post debo confesar que resultó más largo de lo esperado, así que los invito a leer la tercera y (ahora sí) última parte de esta mini guía en dónde escribiré sobre delicias como perfectas Marquesitas y salbutes recién hechos, la deliciosa comida en la isla, ¡así que no se la pierdan!


17 octubre, 2014

Holbox con bajo presupuesto, primera parte



Hace apenas unos días, mi novia y yo volvimos de una increíble semana en una isla en el caribe mexicano. Si, así de chingón como suena. Y no es precisamente que seamos el yerno de Carlitos Slim y la nuera del Chapo Guzmán, simplemente se trata de Holbox, una isla poblada cerca de las costas de Cancún que, para mí, es un edén. Si ya te imaginaste tus siguientes vacaciones desparramado en una hamaca frente a un mar azul turquesa, flamingos a lo lejos, pizzas de langosta y poca gente a tu alrededor, esta isla te va a atrapar. Y para que puedan disfrutar de sus encantos, aquí les dejo la mejor -y más realista- guía que podrían encontrar para vivir una semana completa de ensueño, gastando menos de lo que cuesta el nuevo smartphone de moda (sin mencionar que ni lo van a necesitar allá).


Cómo llegar
Holbox se encuentra, más o menos, a 55 kilómetros de la turistosa ciudad de Cancún. Para llegar desde el DF hay que tomar varios transportes. Primero un vuelo a la ciudad de Cancún, en donde si llevan un presupuesto ajustado no querrán pasar ni una mañana desayunando así que les recomiendo tomar el primer vuelo del día. Volaris tiene salidas casi diario desde las 7:00 am, y si se ponen abusados pueden encontrar vuelos en ofertas hasta por el 70% de descuento.

Llegando al aeropuerto de la soleada ciudad deberán buscar un mostrador de ADO y preguntar por las corridas para la Terminal de Autobuses de Cancún, también de ADO. Hay salidas cada media hora, cuesta $62 pesos mexicanos y el trayecto es aproximadamente de 40 minutos. Muy leve. Llegando a la Terminal, en el mostrador de "Autobuses Mayab" deberán preguntar por los camiones hacia el pueblo de Chiquilá. Las salidas más cómodas son la de las 10:25 y la de las 12:50. Para esta hora ya deberán estar bastante hambrientos, así que les suiero ampliamente que se den una vuelta a los carritos estacionados justo afuera de la terminal. De a 10 pesitos, encontrarán una buena variedad de tacos de guisados quintanarroenses bastante buenos. ¿Mi recomendación? el de chile relleno y el de machaca. Volviendo al transporte, tomen el camión a Chiquilá por $108 pesos, y acomódense un rato porque el trayecto dura cerca de 3 horas, aunque es un tramo amigable con los que quieran dormir. Como todas las carreteras en la península, hay muy pocas curvas pronunciadas, lo que permite al chilango promedio alcanzar el nivel de "ay wey, que rápido llegamos".  

Ya que estén en Chiquilá, lo primero que deberán hacer es ignorar a todos los lancheros que les ofrecerán "pasarlos a la isla". Por un lado porque eso suena a que los están llevando a un lugar ilegal, en segundo porque les querrán cobrar una lana por el viaje particular, y tercero porque justo a un lado, sobre el muelle, encontrarán los ferries que los llevarán a la isla por menos dinero. Las tres empresas que hay tienen los mismos costos e itinerarios: desde las 6:00 am y hasta las 9:00 pm, cada hora. Así, por $180 pesotes habrán adquirido el viaje redondo y estarán pisando Holbox en 25 minutos más. A partir de este momento no olviden untarse protector solar cada que se acuerden y repelente de moscos el doble de veces. 

Llegando a la Isla
Ya en la Isla casi toda la civilización esta a distancia de caminar, así que no se dejen llevar por los curiosos taxis: los Hol-Car. Carritos de golf pintados de amarillo y adaptados para llevar gente a través de las calles de arena del pueblo. Si el sol los intimida, ármense de valor y no teman, desde el puerto donde embarca el ferry se puede llegar a la plaza central en menos de 15 minutos a pie. Serán unas 5 o 6 cuadras, y el mar a unas 8.



Dónde dormir 
Alrededor de la plaza central de la isla podrán encontrar varios y muy diversos lugares donde dormir. Desde unos cuantos cuartos en renta hasta habitaciones en el tercer piso del que yo creo es el edificio más alto de la isla, con tres pisos. Desde dormitorios compartidos hasta habitaciones con baño privado, aunque es de esperarse la misma gama de precios. También hay varios hoteles en lo que podríamos llamar "las afueras" del pueblo, quizá con playas más tranquilas pero la mayoría son más lujosillos y los precios pueden llegar hasta los $9,000 pesos por habitación. Yo les recomiendo que busquen en la sección intermedia, ni tan lejos ni tan cerca. Tomen en cuenta que aquellos hoteles que tengan vista al mar serán más caros, pero la playa siempre estará a tiro de piedra del resto. Como recomendación echen un ojo al Hostal Tribu, o a las Villas El Encanto, éste último lugar es donde nosotros nos hospedamos y puedo decir que fue ideal. Habitación privada para dos, con baño compartido, en la plaza central y a tres cuadras de la playa por tan solo $350 pesos la noche. ¿Nada mal no? Lo único gacho: las noches de karaoke en el bar Viva Zapata que está justo a un lado, pero nada que no resuelvan un par de buenos (e indispensables) tapones para los oídos. Y no olviden que los precios en todos los hoteles están establecidos dependiendo de la temporada: alta, media o baja.



Por ahora ya saben como llegar y dónde dormir, los básicos. Ya pueden empezar a planear el siguiente puente, pero esperen la segunda parte de esta mini guía porque viene lo mejor: la comida, que incluye pizzas de langosta, empanadas de raya y los mejores chilaquiles que he comido en los últimos años. 

Las fotos son algunas de las que tomé con una Canon AE-1, usando un rollo ISO100 forzado a 400. 





12 octubre, 2014

El Ocio



El ocio. Siempre he sido una persona amante del ocio, lo busco, me gusta tener tiempo para él. Siempre he pensado que las cosas más increíbles y asombrosas de la historia de la humanidad son producto de gente ociosa. Ah! pero ¿cómo puede la ociosidad ser algo bueno? dirán las abuelitas. A lo largo de la historia muchos inventores, filósofos, artistas, escritores y demás personas increíbles han podido sentarse, en tranquilidad, y ponerse a pensar sobre grandes cuestiones cómo el significado de la vida y cosas por el estilo. Otros se han preguntado si Dios existe o han creado nuevas corrientes de pensamiento. Y todo gracias a que tuvieron el tiempo libre suficiente para ponerse a pensar. Algo que el trabajo no siempre permite. Y es que como dijo Thoreau, actualmente el trabajo está altamente sobrevalorado a tal grado que aquel que, ante los ojos de los "workoholics" no está haciendo nada, es un inútil bueno-para-nada. Yo no lo veo así. El ocio permite reflexionar, pensar lo que uno quiere y hacia donde quiere ir. Nos da paz mental y hace liviana la vida. Sin embargo, el ocio frecuentemente está mal entendido. Eso que los italianos genialmente llaman Il Dolce Far Niente, "lo dulce de no hacer nada", es una cosa muy escurridiza. 
En mi experiencia he encontrado que tener tiempo para "ser ocioso" resulta altamente beneficioso para la mente y para el espíritu, en el sentido en el que uno tiene las mejores ideas, encuentra las respuestas más acertadas o nacen los mejores proyectos cuando uno ha dejado de hacer sus tareas obligatorias y ha satisfecho sus necesidades más básicas. Tener tiempo libre, digamos, para entrar en la clasificación del ocio que se tiene en esta era posmoderna.
En fin, que pienso que un mundo ideal debería balancearse el trabajo físico/laboral con el trabajo espiritual y el tiempo libre de forma equitativa. Sería, desde mi punto de vista, la única forma de ser seres humanos plenos. Pero eso es solo lo que yo pienso. 

La foto es una pintura del inglés J.W.Godward que representa fenomenalmente el arte de no hacer nada y que me pareció perfecta para ilustrar este post.