27 febrero, 2016

La llave de la felicidad

En el inicio de los tiempos, Dios se sintió solo. Después de meditarlo, decidió crear unos seres que lo acompañaran y así lo hizo. Cierto día, estos seres descubrieron una llave que les abrió el camino hacia Dios. Curiosos, lo siguieron y más pronto que tarde volvieron a unirse con Dios y así Dios se volvió a quedar solo. 

Triste, Dios reflexionó y decidió que debía crear unos seres nuevos para que lo acompañaran, pero en esta ocasión no debían encontrar la llave divina, sin embargo no sabía cual sería un buen lugar para ocultarla, lejos de la curiosidad del hombre, en los confines más recónditos del mundo. Pensando así, Dios llamó a los animales y les expuso su dilema. 

El primero en levantar la mano fue el tiburón, quien le dijo: Dios, dame la llave a mí, la llevaré al fondo del océano y ahí el hombre jamás la encontrará. Después de meditar, Dios le respondió: no te puedo dar la llave, tiburón, porque el hombre algún día llegará al fondo del océano y la encontrará. Enseguida, el águila se acercó y dijo: dame la llave a mí, Dios, y la llevaré a lo más alto de los cielos. Ahí el hombre jamás la encontrará. Después de un rato Dios le dijo: tampoco puedo dártela, águila, pues el hombre algún día podrá volar y encontrará la llave en los cielos. Enseguida, el oso se levantó y dijo: Dios, yo puedo ocultar la llave divina en la cueva más profunda de la montaña más remota, el hombre jamás llegará ahí, a lo que Dios le respondió: el hombre, llevado por su curiosidad, algún día llegará al fondo de todas las cuevas y alcanzará la punta de todas las montañas, por eso no puedo darte la llave. Ningún otro animal supo dónde ocultar la llave. 

Y así pasó el tiempo y Dios no estaba satisfecho pues el hombre tarde o temprano exploraría cada rincón del mundo y la llave divina sería descubierta. De pronto, al amanecer, se encontró con la vieja topo que era ciega y ella le dijo: Dios, yo se dónde puedes ocultar la llave divina. Hay un lugar donde el hombre no buscará y ese lugar es en su interior, déjala ahí y jamás la encontrará. De esa forma Dios lo hizo, creo al hombre y colocó la llave dentro. Y así Dios no sintió tristeza nunca más, pues el hombre lo acompañó por siempre. Desde entonces, el hombre solo encontrará la llave divina, la llave de la verdadera felicidad, en su interior. 

Leyenda india

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