23 octubre, 2012

La Grande Bouffe


Hace unos días tuve la oportunidad de ver esta película conocida en México como La Gran Comilona, dirigida por Marco Ferreri y déjenme decirles que es toda una experiencia.

Sin arruinar ninguna sorpresa. Cuatro hombres se dan un encerrón en una casona para comer, tener sexo, divertiste y liberarse de todo hasta, literalmente, morir; cada uno con su carácter, su pasado y toda su historia detrás. Quizá una idea brillante para algunos… o no.

En general es una película interesante, aunque desde mi punto de vista de esas historias muy de la década de los setentas, en la uno de entrada siente que no está sucediendo nada. Sin embargo poco a poco las cosas van tomando sentido y termina uno clavadísimo en la trama aunque sean las dos de la mañana. Lo que para mi es un hecho es que forma parte de esa onda de películas setenteras que manejan el simbolismo y el significado más allá del evidente, aunque sin llegar a ser incomprensibles. El resultado para mi es muy interesante y divertido. Además no lo olvidemos: lo que hacen a lo largo de toda la película es comer.

Ya hablando de esto, mis momentos favoritos son donde aparecen ellos cocinando, preparando los ingredientes, decidiendo que más van a tragar. Porque hay que decirlo, el hecho de decidir morir atragantado no quiere decir que vaya uno a meterse puras cochinadas y comida rápida (que creo que en los setentas ni existía), no! Para nada. Se trata de disfrutar al máximo la partida… en todos los sentidos posibles. Este cuarteto de trogloditas se preparar carnes, purés, budines, pasteles, aves, pescados, y cosas que ni sé que son. Una de mis escenas favoritas y que creo que es la cúspide de la película es la famosa “Tarta Andrea”. Que, aunque no quisiera arruinar la sorpresa para quien no la ha visto, es uno de los postres que se preparar que ya une toda la idea de la película. Me pregunto si alguien comería algo así en la vida real.



Y bueno, al final creo yo que se trata de una especie de burla / crítica a la cultura europea y su hedonismo cultivado a lo largo de los siglos. Así medio refinado, medio grotesco y medio ocioso. Pone el dedo sobre el consumismo que ya estaba muy marcado en los setentas, sobre las crisis existenciales, la falta de creer en algo, sobre cualquier tipo de fractura que ocurra con uno mismo.

Definitivamente es una película que todo cocinero debe tener en su videoteca, o al menos, verla una vez en la vida para entender todo que podría implicar la acción de comer.. 

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