09 octubre, 2012

XXXVI Feria Nacional del Mole



Para mi uno de los mejores y más sublimes guisos mexicanos, por no decir el más, es el mole en cualquier variedad o presentación. Desde niño lo he creído así, lo que me ha llevado a tratar de probar la mayor variedad de este increíble invento mexicano. Desde viajar de mochilazo a Oaxaca para probar los moles del mercado en donde cada puesto dice que tiene la mejor receta, heredada de la abuela; hasta probar un mole de verdad casero preparado y molido ese mismo día. Así encontré que mi favorito es el negro de Oaxaca y que me gusta no muy picante e incluso un poco dulce, pero eso si, bien espesito.


Pues en esas ando cuando hace unos pocos años realmente pensé que si tanto adoro el mole, que mejor lugar que ir a la Feria del Mole de San Pedro Atocpan a tan solo media hora de la ciudad de México. Y así fue que me volví un asiduo visitante de este evento anual en donde se pueden probar tantos tipos de mole como el estomago (y la gastritis) resista. Este año no fue la excepción y me tocó darme una vuelta el primer fin de semana de la feria, lo cual recomiendo mucho. 

Para quien no haya ido nunca les cuento que para mí, la feria tiene dos partes importantes, además de la feria como tal y los puestos de chacharas. La primera son los locales que venden moles y diferentes tipos de pastas y polvos con las recetas de sus familias, empresas o casas. Esta parte es una verdadera maravilla porque al caminar por estos locales uno no puede evitar tener varios pares de manos ofreciendole cucharitas de madera con probaditas de moles, pipianes, pastas y demás delicias. 

La segunda es la parte de los comedores donde, también por familias o casas, uno va y sienta a comer un buen plato de enchiladas, pollo con mole, o mi favorito y más tradicional: mole con guajolote, todo por supuesto acompañado de frijoles de olla, tortillas de mano y una chela bien muerta. También tienen caldo de guajolote acompañado de chilitos fritos que, por cierto, es delicioso aunque yo no aguanto mucho el chile. 




Si uno aún sobrevive a un atasque de mole de ese tamaño, se puede echar un postrecito. Yo me encontré con nieves artesanales, dulces de miel, café orgánico de Chiapas, productos de amaranto y dulces tradicionales como el maravilloso dulce de mezcal que no es otra cosa que rebanadas de penca de maguey cocido. 

De verdad  que es un viaje culinario de primer mundo, yo seguiré llendo cada año a comprar mi siempre chiquiteado a lo largo del año mole de manzana verde. Híjoles!!!


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